La contaminación es un grave problema que cada vez hace más estragos en nuestro planeta. Por ello, un grupo de profesionales han desarrollado un sistema denominado fitorremediación, un método tecnológico basado en la capacidad bioquímica de algunos tipos de plantas para absorber y sustraer sustancias contaminantes del medio ambiente (agua, suelos, aire) y recuperarlo.
Esta técnica puede estabilizar y descomponer los contaminantes presentes en sedimentos como metales, materiales radiactivos, explosivos, plaguicidas, hidrocarburos, y compuestos derivados del petróleo.
La fitorremediación se basa en la capacidad de algunas plantas para absorber y degradar metales pesados y microorganismos contaminantes producidos por procesos industriales y dispersos en la tierra o en el agua.
¿Cómo funciona?
Las plantas absorben la sustancia contaminante para metabolizarla, reduciendo en gran medida o incluso evitando su liberación a otras zonas, a través de su degradación (en el caso de los compuestos orgánicos) y su estabilización o extracción (en el caso de los compuestos inorgánicos).
Esto es lo que los expertos llaman “fitobonificación “, y en lo que muchos centros de investigación han estado trabajando durante varias décadas para perfeccionar las técnicas y ampliar su aplicabilidad a gran escala.
Entre las principales características de estas plantas están su resistencia, rápido crecimiento; plantas resistentes y fáciles de arraigar y mantener; una alta capacidad de evapotranspiración (evaporación del agua a través de hojas) y la capacidad de transformar los contaminantes en productos no tóxicos o menos tóxicos.
Es importante destacar que la finalidad de la fitorremediación, además de reducir o eliminar las sustancias contaminantes, es recuperar la capacidad y salud de la superficie en la que se aplica y sus propiedades físicas y químicos de manera sostenible.
Para que se pueda llevar a cabo una fitorremediación antes es necesario precisar las características físicas y químicas del medio ambiente en el cual se va a aplicar e igualmente el tipo de contaminante, para luego determinar la especie de planta a utilizar según dichas condiciones.
Entre las especies más conocidas destacan el vetiver y el cáñamo, conocidos por su capacidad de absorción de metales pesados en general. Luego está el girasol silvestre, que absorbe el níquel y el cromo. La mostaza de la India es perfecta para reducir los niveles de plomo, cesio, cadmio, níquel, zinc y selenio dispersos en los acuíferos.
Algunas especies de árboles han demostrado ser útiles para la recuperación de suelos contaminados. Es el caso del álamo, un árbol capaz de absorber cantidades considerables de metales y de seguir acumulándolos a lo largo de su ciclo de vida. Además de las ya mencionadas, de hecho, las especies más prometedoras son la brassica, el nabo, la col, el sauce, el altramuz blanco y el maíz.
Las pruebas de laboratorio han demostrado que todas estas plantas son capaces de absorber sustancias tóxicas con eficiencias que oscilan entre el 35 % y el 40 %. Esto significa que dentro de 4-5 ciclos estacionales es posible lograr una fitoextracción del 100 % de las sustancias metálicas y de los microorganismos presentes en el suelo.
Fitorremediación asistida
Con el fin de maximizar la capacidad de las plantas seleccionadas para recuperar de forma natural los suelos y aguas contaminadas, los biólogos y bioquímicos trabajan en un método basado en el uso de plantas y bacterias.
Es la llamada fitorremediación asistida que aprovecha la acción combinada de plantas y microorganismos rizosféricos, en particular las bacterias promotoras del crecimiento localizadas alrededor de las raíces. Esta técnica, promueve la fitohidradación, es decir, la biodegradación de contaminantes orgánicos en otras sustancias más simples y menos tóxicas que entran en la cadena alimentaria de los organismos presentes en el suelo.
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