Opinión │ ¡Gobierno debe declarar el agro en emergencia!

Escribe: Dr.  Francisco Palomino  García

Se ha hecho costumbre, especialmente en época de campaña electoral, jurar y re-jurar por la agricultura familiar y los santos evangelios, como lo hizo el flamante ministro de Agricultura y Riego; sin embargo, esto no será suficiente para satisfacer a 2 millones de pequeños productores agrarios que afrontan la peor crisis del presente siglo. 

Dr. Francisco Palomino García

Olvido imperdonable

El injustificable olvido hacia el sector agrario, exhibido por el presidente transitorio, Ing. Francisco Sagasti  Hochhausler, durante su primer mensaje, hace más que sospechar que el agro  seguirá siendo la última rueda del coche. Resulta imposible creer que un jefe de Estado se olvide de quienes se sacan la “chochoca” para abastecer los mercados y garantizar la seguridad alimentaria del país, incluso en plena pandemia. Esta omisión presidencial es de verdad injustificable. 

Esperemos que haya sido producto de una total desconexión con la realidad y no el continuismo de más de lo mismo, percibido hasta por los congresistas que le enrostraron desde la galería ante el cual el Ing. Sagasti, raudamente pretendió salir del paso, improvisando el anuncio de lo que denominó “Programa” y luego “Plan” Hambre Cero, que aprobó el Acuerdo Nacional, esa rémora “institucionalizada” dedicada al estorbo de la gestión pública y a la injustificable pérdida de tiempo, a la luz de sus inútiles consensos, ajenos todos a los propósitos de la nación y del agro en particular. 

Sequía, falta de créditos, menor demanda…

Lo cierto es que el Ing.  Sagasti no se refirió, en ningún momento, al enorme problema de la sequía que agobia a más de 200 mil agricultores en el norte de Perú, desde Ancash hasta Tumbes, incluyendo Cajamarca,  y el sur, especialmente Huancavelica, Cusco,  Puno, ante la desidia absoluta del gobierno del Ing. Martín  Vizcarra Cornejo y el actual para amortiguar sus efectos. Tampoco mencionó que, en la mitad de regiones del país, se dejará de cultivar 50 mil hectáreas por falta de recursos. Sagasti no dijo una sola palabra sobre las medidas que adoptará su gobierno ante la probada ineficiencia para subastar recursos financieros y colocar créditos a los pequeños y medianos agricultores. 

Pareciera ser ajeno al rotundo fracaso del FAEAGRO y del Agrobanco, y extraño a lo que sucede en el campo; de ahí que prefirió no abordar las acciones inmediatas para contener la abrupta disminución de la demanda y la caída de los precios de productos como la papa que afecta a 600 mil peruanos del Ande, allí donde se encuentra, olvidada y excluida, esa agricultura familiar que sirve para que el gobierno y sus candidatos atrapen votos más que conciencias.        

Los ministros tienen que estar preparados

No entiendo por qué el ministro de Agricultura y Riego no ha asimilado en 20 años de labor en las áreas rurales, las necesidades y legítimos reclamos de los productores agrarios. No se llega al ministerio a averiguar qué sucede y a partir de ello, dictar las acciones viables e inmediatas. Tiene que llegar preparado y listo para afrontar la crítica situación del agro partiendo de un razonamiento primario y básico: si el país y el agro atraviesan por una situación de emergencia, lo elemental es contar con un Plan de Emergencia Agraria. No se llega al ministerio a diagnosticar sino a marcar el rumbo con acciones inmediatas, urgentes, rápidas que permita mitigar los efectos de la crisis agraria, no sólo para salvar a dos millones de peruanos del peligro de la pobreza sino mantenerlos activos en la producción agropecuaria, capaces de ayudar al gobierno a afrontar la crisis económica y social que padecemos. 

La frondosa e inútil burocracia

No se llega al ministerio para estar rodeados o secuestrados por la frondosa e inútil burocracia dorada dedicada sólo a entorpecer la gestión y a impedir como se viene observando, los créditos, hoy inaccesibles a los pequeños agricultores, por enormes requisitos y altas tasas de interés que desalientan al agricultor condenado a no sembrar ahora y en las campañas subsiguientes, peligrando el abastecimiento y la seguridad alimentaria.

¿Qué saludable hubiese sido que Sagasti haya anunciado, por ejemplo, la puesta en marcha de un Plan Inmediato de Emergencia Agraria que aborde, con medidas integrales  y urgentes al crítico problema del déficit hídrico y la puesta en marcha de un programa de fortalecimiento de la operación, mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura hidráulica liderada por las organizaciones de usuarios de agua con el propósito de garantizar y lograr mayor disponibilidad de agua complementado con un agresivo programa de reconversión productiva y de riego tecnificado. 

El crédito agrario es inaccesible

¿Qué valioso hubiese sido que el flamante mandatario de la nación, exhiba su nivel de estadista y aborde el problema del crédito agrario, convertido en inaccesible por la ineficiencia de sus gestores, administradores y operadores, funcionarios de escritorio que no deberían permanecer un minuto más en el ministerio y en el banco? 

¿Qué satisfactorio hubiese sido que el presidente disponga el cambio de rumbo del gobierno anterior que, teniendo a la mano, desde hace seis meses atrás, 2,000 millones destinados al FAE-AGRO sólo se haya subastado (no colocado) el 2.3% (S/ 47 millones 415 mil),   de ese monto al igual que el Agrobanco que sólo ha colocado el 5% de 400 millones?

Nada para frenar la caída de precios

¿Qué satisfactorio hubiese sido que Sagasti anunciara acciones inmediatas para frenar la caída del precio de los productos en chacra, convertido en castigo a la producción y la productividad? 

¿Qué tranquilidad hubiese sido escuchar a un mandatario de la nación abogar por los agricultores, especialmente los de menos de cinco hectáreas, sin título de propiedad ni crédito, sin compradores ni apoyo, sin acompañamiento técnico ni sanitario y, de remate, sin agua, condenados a su liquidación y forzados al abandono de sus campos, sin darnos cuenta el inminente desabastecimiento de los mercados del país?

¿Para qué y para quién producir?

¿Qué tranquilidad hubiesen sentido los dos millones de pequeños agricultores del país si hubiesen escuchado de su presidente el anuncio de medidas urgentes y efectivas que detengan la abrupta caída de la demanda y medidas que salven su cosecha? 

Nada de eso abordó el flamante presidente, dejando dudas y sospechas, ojalá transitorias, sobre su añorada “república de iguales” de los cuales el agro pareciera no estar invitada. 

Hambre Cero: ¿plan o programa?

Hablar del inexistente e inorgánico “Plan” o “Programa” “Hambre Cero”, ante problemas reales de inmediata solución o muerte, es desperdiciar una oportunidad histórica para el país. 

El Programa “Hambre Cero” no existe, solo figura en las empolvadas y apolilladas actas declarativas del Acuerdo Nacional, que aparece y desaparece en el escenario político como alma en pena. Un plan o programa (ni eso siquiera se ha definido, menos creado, implementado, desarrollado y puesta en funcionamiento) estará sujeto a la puesta en marcha de todo un sistema nacional, además de naturaleza multisectorial, que no se instala y acciona siquiera en ocho meses, conociendo la dinámica lerda y torpe del estado y su burda manía de crear organismos burocráticos dedicados a impedir la atención a los urgentes problemas del país, como el caso de la actividad agropecuaria. Allí está la pobre ejecución del gasto como ejemplo a no seguir.  

Reorganización total y desde las raíces

No aplica, al menos para el sector agrario, otorgar cheques en blanco ni tregua alguna y menos ser objeto o sujeto de experimentos e improvisación. No se llega al ministerio a aprender. De ahí que el nuevo ministro está en la obligación funcional e inmediata, de presentarle al país un Plan de Emergencia Agraria, nacional, integral y viable con objetivos claros y metas precisas, cuantificadas y medibles, para saber qué se propone hacer en los ocho meses siguientes y qué debemos esperar de su gestión. Un Plan de Emergencia que incluya la impostergable reorganización desde sus bases del Minagri que desenmascare la farsa del cambio de nombre envuelta en la recientemente promulgada Ley 31075, que sólo cambia del nombre del Minagri por Ministerio  de Desarrollo Agrario y Riego (Midar) que repite el 95 % del texto de la normativa “derogada”, todo ello en complicidad con un congreso pusilánime e ignorante. La reorganización total debe abarcar, además, la otrora Autoridad Nacional del Agua, INIA, Senasa, Sierra y Selva Exportadora, PSI, AgroRural, AgroIdeas, etc. Ocho meses son más que suficientes para dejar medianamente ordenado el sector agrario, sin barreras ni obstáculos a las demandas legítimas de más de dos millones de peruanos que desde el campo y a pesar de la pandemia, siguen apostando por el Perú.

El desarrollo agrario se planifica 

Finalmente, ¿no sabe acaso el flamante presidente y su ministro que no existe un solo país en el mundo que carezca de una política y estrategia nacional agraria, implementadas a través de un plan de desarrollo con programas viables, proyectos adecuados y acciones eficaces de corto, mediano y largo plazo? ¿Es acaso el Perú una excepción de esta regla básica de la planificación del desarrollo agrario? Seguir con más de lo mismo reeditaría los resultados hasta hoy obtenidos y las cifras que, con legítima preocupación, podríamos lamentar y difícilmente remontar.

Sólo les recuerdo que ya empezó la cuenta regresiva.

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