En la siguiente entrevista, el ingeniero agrónomo Ulises Osorio Ángeles, experto en agroclimatología y catedrático de la Universidad Nacional Agraria La Molina, comparte su perspectiva sobre la importancia de combinar sabiduría ancestral y conocimiento científico para prever el clima y adaptar la agricultura en un mundo cambiante. Destaca la importancia de los saberes ancestrales transmitidos a lo largo de generaciones, en la observación del entorno natural y la predicción del clima.

El Ing. Osorio señala cómo la ciencia moderna del clima, aunque relativamente joven, puede beneficiarse al incorporar las observaciones empíricas de la naturaleza, como aves, insectos y otros seres vivos que ofrecen señales del clima venidero. Estos indicadores biológicos, junto con datos científicos, contribuyen a un modelo de predicción climática integrado.
Además, se analiza el impacto del Fenómeno “El Niño” en la agricultura y recomienda las estrategias para enfrentar los desafíos climáticos tanto en el centro norte como el sur. Leamos.
– Ing. Osorio, Ud. debe ser uno de los pocos expertos que valora los saberes ancestrales, ¿cuáles son los indicadores biológicos que considera a la hora de pronosticar el clima o cómo incorpora las observaciones empíricas?
– La ciencia moderna del clima es reciente, es relativamente joven (unos 50 años), y aunque existen investigaciones sobre este tema que datan de 1686, su desarrollo y aplicación son nuevos. Entretanto, la sabiduría ancestral acumula conocimientos de más de 6.000 años, transmitidos de generación en generación. Lamentablemente, con la transculturación, estos saberes han sido relegados y subestimados.
– ¿Así?
– El agricultor peruano suele percibir su entorno con un clima estable, lo que lo lleva a repetir prácticas anuales y obtener resultados similares, es decir, repite las mismas experiencias y comete los mismos errores. Sin embargo, lo correcto debería ser planificar sus siembras en función al nuevo contexto climático y apelando a indicadores biológicos, astronómicos o paisajísticos de cada zona, ya que cada localidad tiene sus propios indicadores como, por ejemplo, las aves chilalo (Furnarius leucopus) en Piura. Así como éste hay otros indicadores biológicos que pueden ser de mucha utilidad a la hora de predecir el clima, como golondrinas, los grillos, los escarabajos, los sapos, los insectos (sean mariposas o moscas), cigarras, langostas, ácaros, entre otros, ofrecen señales. La ciencia se basa en evaluar estas poblaciones y correlacionar sus patrones con datos científicos y otros indicadores, en un modelo de predicción climática integrado. Los indicadores biológicos pueden fallar, como se evidenció en los eventos del 2017 (Evento Degollador o Ai Apaec) y el 2021 (Evento San Andrés), donde los indicadores biológicos no funcionaron como se esperaba.
Lluvias en el norte y déficit en la zona central y sur
– ¿Podría compartir su pronóstico para la próxima temporada de lluvias?
– Es importante señalar que el modelo actual tiene limitaciones para predecir eventos futuros con certeza. No podemos afirmar de manera concluyente la presencia de lluvias catastróficas en toda la costa norte, como algunos especialistas sugieren. Sin embargo, se prevén lluvias intensas en esa zona, comenzando por Lambayeque. El modelo ancestral es agroclimático, se enfoca en el comportamiento de las plantas y la sanidad vegetal o animal. Las lluvias, en cambio, dependen de eventos sinópticos, lo que implica incertidumbre. En este contexto, el modelo sugiere una balanza de 50:50 entre lluvias y déficit hídrico en la costa central.
– Según los científicos, el Fenómeno “El Niño” se extenderá hasta febrero de 2024, con magnitud de débil a moderada. ¿Está de acuerdo con esta predicción y cómo anticipa la evolución de la sequía en los próximos meses y años según los modelos climáticos?
– Coincido plenamente en cuanto a la temperatura, estamos enfrentando un evento El Niño 1+2 con efectos térmicos. Sin embargo, este evento es altamente influenciado por vientos caóticos que desestabilizan el patrón climático, generando condiciones estresantes para las plantas. El viento y el calor excesivo actúan como una “secadora de cabello”, afectando los rendimientos de los cultivos. Dado este escenario, es probable que la disponibilidad hídrica disminuya. Esta situación se traducirá en síntomas de estrés hídrico y plagas asociadas.
¿Qué sembrar en zonas de sequía?
– En el sur, las predicciones no son alentadoras, con una sequía prolongada. ¿Qué cultivos sugiere priorizar en la macrorregión sur, considerando la resistencia al calor y la baja demanda de agua?
– La sequía en la sierra sur se había anticipado, pero la reacción del gobierno fue tardía. El daño ya estaba hecho en las regiones afectadas. En esta situación, es recomendable optar por cultivos menos exigentes en agua y nutrientes. Dadas las heladas y el viento extremo, comunes en este clima, se recomienda sembrar cultivos resistentes a estas condiciones, como trigo y cebada invernal, chocho o tarwi, olluco y alfalfa. Para la crianza y forraje, la colza destaca como una excelente opción resistente a la sequía y heladas.
– ¿Qué otras medidas sugiere para enfrentar la sequía y sus impactos en la agricultura y ganadería?
– Se dispone de tecnología moderna para aprovechar eficientemente el agua, como el riego tecnificado, sustancias absorbentes, mantas térmicas y plásticos con protección UV. También es crucial la elección de cultivos y variedades resistentes a la sequía y las heladas, así como pastos y cultivos adaptados.
– Y por su parte, ¿qué medidas efectivas deben adoptar los agricultores del sur para mitigar los efectos de la sequía en sus cultivos y crianzas?
– Deben optar por sembrar cultivos y variedades tolerantes a la sequía y heladas como los que cité adelante.
– En contraposición, ¿cómo deberían prepararse en el norte, donde habrá abundantes lluvias?
– En el norte, no deben perder la esperanza en sus frutales. Puede haber retrasos en las fuertes lluvias hasta febrero o marzo de 2024. Esto brinda la oportunidad de sembrar cultivos de ciclo corto y adaptados al calor, como el frijol caupi, soya, girasol y maní.
– El Fenómeno “El Niño” está dando lugar a la proliferación de plagas y enfermedades agrícolas. ¿Qué medidas de prevención y control se están implementando para reducir su impacto en la agricultura?
– Frente a esta nueva realidad climática marcada por elevadas temperaturas, fuertes vientos y baja humedad relativa, los insectos han incrementado su agresividad. Aumentan su consumo, reproducción y ciclos de vida, con hembras que ponen más huevos, entre otros factores. Simultáneamente, las condiciones climáticas no favorecen la eficacia y durabilidad de los productos utilizados, lo que cuestiona la viabilidad del control químico. En consecuencia, la estrategia más efectiva radica en adoptar enfoques de manejo integrado.
– ¿Cuáles son las principales recomendaciones dirigidas a los agricultores para proteger sus cultivos durante estos eventos climáticos extremos?
– Es indudable que las temperaturas, particularmente las mínimas, excederán los valores normales durante la mayor parte del año. Por lo tanto, es crucial salvaguardar a los cultivos, enfrentando plagas, enfermedades y malezas agresivas, así como fisiología ante las alteraciones provocadas por el calor. Esto implica equilibrar desajustes hormonales originados por altas temperaturas, atraer polinizadores en ausencia de abejas y abejorros, como moscas de la carne, y favorecer a aves insectívoras y polinizadoras mediante la creación de nidos específicos para cada especie. No obstante, la acción más esencial es consultar con un agroclimatólogo de confianza. Es crucial desenmascarar a aquellos que no puedan proporcionar detalles precisos sobre el clima futuro y sus consecuencias en cuanto a plagas, enfermedades, malezas y cambios fisiológicos. Evitar a los estafadores es esencial para no desperdiciar recursos valiosos en tiempo y dinero.