Por: Robinson León Trinidad
La construcción de zanjas de infiltración es una de las prácticas que apuntan a la recolección de agua de lluvia, la recarga de acuíferos y la conservación del suelo y el agua. En muchos lugares se han construido, pero a veces sin disponer de la información necesaria para una evaluación de los impactos esperados y sin implementar mecanismos de monitoreo para aprender de la experiencia.
En el marco del Proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica, ejecutado por CIRAD, CIFOR, Technische Universität Dresden, Imperial College London, Iniciativa Regional de Monitoreo Hidrológico de Ecosistemas Andinos (iMHEA), y el Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (Condesan), se realizó la investigación “Impactos de las zanjas de infiltración en el agua y los suelos: ¿Qué sabemos?”.
De esta manera se seleccionaron un total de 57 artículos científicos en 12 países, incluido Perú, cubriendo un total de 80 sitios diferentes. La investigación recomienda las siguientes consideraciones para la construcción de las zanjas de infiltración:
● Estudiar el contexto local antes de construir nuevas zanjas: se recomienda guiar la implementación de nuevos sistemas de zanjas con estudios de suelos y de geología, y, en el mejor de los casos, experimentos con trazadores y modelamiento de agua subterránea. Se puede también evaluar los efectos posibles sobre otros servicios ecosistémicos como la producción agropecuaria, la biodiversidad, el secuestro de carbono o la belleza escénica.
● Asociar siempre las zanjas a un manejo adecuado de la cobertura vegetal: el efecto de la cobertura vegetal sobre la efectividad de las zanjas confirma la importancia de incluir el manejo de la vegetación junto con las zanjas para proporcionar una mayor reducción de la escorrentía en comparación con el uso de zanjas solamente. Se recomienda mejorar o recuperar la cobertura vegetal para reducir la erosión entre las zanjas y evitar que estas se colmaten.
● Reducir los posibles efectos adversos: un desafío es minimizar las perturbaciones a los suelos o la vegetación al momento de construir las zanjas para evitar que aumente la erosión, como lo muestran muchos estudios. Además de estos efectos negativos en el mismo sitio de las zanjas, se debe pensar en reducir efectos negativos en el territorio. Por ejemplo, un camino construido para facilitar el acceso a las zanjas puede aumentar la erosión y revertir los beneficios de las zanjas.
● Monitorear: se recomienda implementar sistemas de monitoreo sistemático continuo en sitios de implementación, y compartir sus datos para ampliar la base de conocimiento sobre los impactos de las zanjas.
● Asegurar el mantenimiento de las zanjas: cuando estén demostrados los impactos positivos de las zanjas de infiltración sobre agua y suelos en un contexto específico de implementación, se recomienda realizar mantenimiento regular de las zanjas para que funcionen de manera permanente. A medida que las zanjas de infiltración se llenen con el tiempo, sus efectos positivos disminuyen, como lo reportan varios estudios.
● No pensar solo en zanjas, sino considerar otras intervenciones, como la restauración de pastos: bajo ciertas condiciones, restaurar la vegetación nativa o mantener ecosistemas naturales podría tener un impacto similar o incluso mayor en la pérdida de suelo y la reducción de la escorrentía. Por lo tanto, el uso de zanjas de infiltración debe evaluarse cuidadosamente. Restaurar y proteger la cobertura vegetal es más sostenible y menos perturbador para el ecosistema que la construcción de zanjas.
La publicación (16 páginas) lo pueden descargar del siguiente enlace: https://bit.ly/3ohdTtQ