Escribe: Ing. Zoot. Iván Mesía Lizaraso, gerente general de Láctea S.A.
Para revolucionar la ganadería ovina es fundamental sembrar pastos y forrajes para una adecuada alimentación, incorporar nuevas razas especializadas en producción de lana fina, carne y leche, o impulsar proyectos de mejoramiento genético.
Esto puede lograrse mediante la inseminación artificial con genes de razas superiores o la transferencia de embriones para mejorar la calidad y el rendimiento de la carne, leche y lana. Es importante que un cordero de 3 a 5 meses alcance un peso vivo de 30 kilogramos.
Además, es necesario incorporar razas mejoradas de ovinos que sean prolíficas, es decir, que paren más de una cría por parto (1.4-1.6 crías). También se deben considerar razas que produzcan lana fina con menos de 21 micras, así como razas lecheras adecuadas para la elaboración de quesos finos, ya que existe demanda en nichos especiales tanto en el mercado nacional como internacional.
Si queremos mantener la ganadería ovina como una actividad rentable, no podemos continuar con el actual modelo de crianza de subsistencia que agrava la pobreza de los ganaderos, especialmente en las zonas andinas.
Es imprescindible ser conscientes de la necesidad de cambio y reinventar la ovinocultura en el Perú. Como ingenieros zootecnistas, tenemos la responsabilidad de velar por la seguridad alimentaria, producir proteína animal para una población cada vez más numerosa, y asegurar que la ganadería sea rentable y traiga prosperidad económica a los criadores.
Esto permitirá financiar la incorporación de nuevas tecnologías orientadas a mejorar la ganadería y revolucionar la crianza de ovinos.
No solo se trata de genética
Es cierto que no solo la buena genética predispone al crecimiento de la ganadería ovina, sino también un manejo adecuado del ganado, condiciones sanitarias óptimas y una nutrición adecuada que incluya la siembra y manejo de pastos mejorados.
Sin embargo, es importante destacar que las mayores brechas productivas a cerrar se encuentran en la genética y la alimentación-nutrición.
El 13 % de ganaderos se encuentra en extrema pobreza
Según un diagnóstico realizado por la Dirección General de Políticas Agrarias del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, en el marco del Plan Ganadero 2017-2021, se estima que más de 700 000 productores agropecuarios tienen al menos un ovino. Dentro de este universo de ganaderos, se ha determinado que el 13 % se encuentra en extrema pobreza, el 33 % en pobreza y el 54 % no es considerado pobre.
Además, este diagnóstico revela que el 92 % de los criadores de ovinos se encuentran en la sierra, lo que significa que aproximadamente el 45 % de los 700 000 productores de ovinos se encuentra en situación de pobreza. Según el último Censo Agropecuario del 2012, en el país existen 9.5 millones de ovinos, de los cuales el 81 % corresponde a razas criollas, es decir, ovinos sin especialización, de lento crecimiento y baja prolificidad.
Tanto en el diagnóstico para el Plan Ganadero como en el Plan Nacional Ganadero, elaborados por la Dirección General de Políticas Agrarias y la Dirección General de Ganadería del Midagri, respectivamente, se señala que en el Perú no se aplican planes de mejora genética y que el 94 % de los ovinos se alimentan de pastos naturales pobres.
Además, no existe una estrategia de pastoreo que garantice una carga animal adecuada para la capacidad de los pastizales, lo que resulta en la depredación constante de los pastos y un suministro deficitario de alimentación, lo cual afecta el rendimiento en carne. (Ver cuadro adjunto).
Brecha productiva, tecnológica y social
En conclusión, es necesario implementar planes de mejora genética y mejorar la estrategia de alimentación y manejo del ganado ovino en el Perú para cerrar las brechas productivas y promover un crecimiento sostenible en la ganadería ovina.
Faenamiento del ganado
En estas condiciones, el faenamiento del ganado está sujeto al ciclo de las lluvias y las sequías: Las ovejas paren al inicio de la época de lluvias (de setiembre a diciembre) y al final de la temporada de lluvias, los corderos no han ganado un peso suficiente, tanto por una deficiente alimentación y por genética de los animales, por lo que el ganadero debe esperar otro periodo de lluvias para completar el peso. Igual, el cordero que ya entra a la etapa de la adultez y pierde peso en la época de estiaje tiene que esperar el final del siguiente período de lluvias para ganar peso. El rendimiento promedio de una carcasa es de apenas 12 kilos y la carne no es de la mejor calidad.
Pero si no hay lluvias, el ganadero tendrá que esperar otro año para vender su ovino adulto en pie a los compradores, quienes son los que fijan el precio y calculan el valor del animal en el campo.
El 30 % de los ovinos comprados se beneficia en camales informales para ser destinados a los mercados distritales y carnicerías no especializadas y el 70 % de estos establecimientos muestran condiciones no salubres y esta carne se vende en las ferias locales.
Hay que optimizar el proceso de esquila
La ganadería ovina también enfrenta desafíos relacionados con el calendario inadecuado de esquila y la falta de tecnología adecuada para optimizar este proceso. Esto dificulta la posibilidad de clasificar la lana por color, grosor, raza y sexo del animal, lo cual limita las oportunidades de obtener mejores precios en el mercado. En la actualidad, la mayoría de los ovinocultores venden su lana en un solo lote, lo que deja el control de los precios en manos de los compradores, quienes son los que clasifican para destinarlos al mercado local, de la industria o para la exportación.
Además, la calidad de la lana producida por la mayoría de los criadores de ovinos es deficiente, con un promedio de 1.7 kilogramos por animal por año y un grosor de más de 29 micras, cuando la medida óptima debería ser menor o igual a 21 micras.
Un estudio titulado “Principales características de la cadena productiva de ovinos”, publicado en julio de 2013 por la Dirección General de Competitividad Agraria del Midagri, destaca la falta de valorización de la lana en el sector. Según el estudio, alrededor del 42.6 % de los productores de ovinos en la sierra, cuya producción se mantiene a nivel de subsistencia, optan por no realizar la esquila debido al bajo precio de la lana. En muchos casos, el costo de la esquila supera el precio recibido por la venta de esa materia prima textil. Esto ha llevado a que, en los casos en que se realiza la esquila, los productores utilicen métodos rudimentarios como el uso de vidrios, latas afiladas y cuchillos, y destinen la lana principalmente para autoconsumo.
Es evidente la necesidad de mejorar la valoración y comercialización de la lana ovina, así como de implementar tecnologías y prácticas adecuadas que permitan una esquila más eficiente y una clasificación de la lana que responda a las demandas del mercado. Esto contribuirá a aumentar los ingresos de los productores y a impulsar el desarrollo de la ganadería ovina en el país.
Establecer núcleos genéticos
La genética que poseemos (ovejas criollas) debe ser utilizada como base de reproducción. Tanto los ovinos criollos como la raza “Corriedale” están adaptados a nuestro clima y a los diferentes pisos ecológicos en los que se crían, en virtud a su rusticidad. Estos animales pueden ser cruzados con nuevas razas para fijar las características deseables en sus crías. Si realizamos una buena selección, lograremos un avance significativo en poco tiempo. Además, podemos utilizarlos como “vientres de alquiler” (receptoras) para establecer núcleos genéticos de las nuevas razas que necesitamos.
Resulta lamentable que las instituciones estatales encargadas de evaluar estos cruzamientos y realizar pruebas para ofrecer nuevos compuestos genéticos o recomendaciones de cruzamiento probados y evaluados no estén cumpliendo con esta tarea. En cambio, son las empresas privadas o iniciativas aisladas de productores quienes se ven obligadas a asumir esta responsabilidad, la cual claramente no es el enfoque principal de sus negocios.
Siempre hemos escuchado el refrán “donde hay un pobre hay una oveja en la sierra”. Entonces, ¿por qué no valorar estos pies de cría, la capacidad de trabajo de los pobladores andinos y las tierras dedicadas a esta actividad, y generar una nueva industria ovina floreciente y rentable? Si alguien sugiriera que debemos traer canguros o avestruces para solucionar el problema de la pobreza rural, lo consideraríamos una idea descabellada. Sin embargo, es perfectamente viable y realista reconvertir la cría de ovejas en una actividad rentable. Solo tenemos que romper el paradigma de ciertas razas, como la “Corriedale”, que durante más de 50 años ha demostrado que no resolverá los problemas de la ovinocultura peruana. Estoy convencido de que es parte de la solución como base materna para los cruzamientos.
Crear nueva raza
¿Por qué no ser ambiciosos y crear la “Nueva Raza Junín” o la “Nueva Raza Peruanita”, o cualquier nombre que deseemos darle, adaptada a la zona y que sea prolífica, con una tasa de reproducción de 1.4 a 1.6 crías por parto, temprana en su madurez sexual (9 a 12 meses para el primer servicio), productora de lana fina (menos de 21 micras), con corderos que alcancen los 30 kg o más al destete a los 3-5 meses de edad, o incluso productora de leche, o que destaque por el rendimiento de sus carcasas y su calidad. ¿Qué nos falta para lograrlo? Contamos con profesionales altamente calificados que pueden iniciar estos programas y, además, si así lo deseamos, podemos acceder a los mejores expertos del mundo en este campo, en un entorno cada vez más global.
Razas de carne, leche y lana fina
Como criador de ovinos de las razas Dorper, Dhone Merino y Frisón Alemán en el establo Láctea, ubicado en el distrito y provincia de Virú, en la región La Libertad, me gustaría sugerir la crianza de estas razas y sus cruces con los vientres locales en los Andes del Perú. Estas razas se caracterizan por su capacidad para producir carne de calidad, lana de alta calidad y carne, respectivamente, y en el caso del Frisón Alemán, es especializada en producción de leche, con un buen porcentaje de grasa y sólidos totales (superior a la de la leche de vaca), ideal para la elaboración de quesos gourmet y producen corderos con buen peso al destete. (Ver gráfico adjunto).
Clasificación de las diversas razas ovinas con base en su finura de su lana y peso del cordero al destete

Esta iniciativa permitiría redirigir la crianza ovina en el país hacia un camino de prosperidad, rentabilidad y éxito. Además, nos ayudaría a resolver el problema de toneladas de lana gruesa de ovinos almacenadas desde el 2020 sin vender en los Andes Centrales del Perú.
Al fomentar la cría de estas razas en Los Andes, podríamos mejorar la calidad de la lana producida y encontrar nuevos mercados para su comercialización. Además, el potencial para la producción de carne y leche nos brindaría oportunidades adicionales para el desarrollo de la industria ovina en la región.
Con el apoyo adecuado de las autoridades, así como la colaboración entre criadores y expertos en el sector, podríamos transformar la crianza de ovinos en los Andes del Perú y convertirla en una actividad próspera y sostenible para los productores locales.