En la Amazonía existen alrededor de 3 millones de hectáreas de suelos aluviales naturalmente fertilizadas, aptas para desarrollar agricultura temporal, que por falta de decisión política están siendo desaprovechadas. El Dr. Milthon H. Muñoz Berrocal, rector de la Universidad Nacional de la Selva, desgrana una serie de ideas para poner en valor esas extensas playas ricos en limo y humus.

La Amazonía no solo destaca por su abundante vegetación, por lo que es considerada como “pulmón del mundo” y su extraordinaria biodiversidad, sino también por sus extensas y fértiles playas, restingas (islas) o barrizales que deja la vaciante de los ríos, luego de la temporada de lluvias.
Existen más de 3 millones de hectáreas con alto contenido de materia orgánica, las cuales son aptas para hacer agricultura temporal –entre abril y septiembre–, tanto para el consumo nacional como para la exportación, con cultivos de corto período vegetativo como el arroz, maíz, menestras, maní, yuca, plátano, frejol, sandía, entre otros, con el fin de compensar el descenso de la producción –coyuntural y por las irregularidades climáticas– de la producción de la costa y la sierra.
Falta decisión política
Pero falta decisión política y una propuesta adecuada para aprovechar esas áreas ribereñas en agricultura temporal y así tener mayor disponibilidad de alimentos para la población nacional y generar ingresos para los productores y divisas para el país.
Incluso, si se promoviera el uso racional de esos ecosistemas, se estaría contribuyendo a reducir la deforestación de bosques que se talan para hacer agricultura, porque para incrementar la producción de alimentos, se necesita ampliar áreas cultivadas, lo que significa “pelar” bosques, que influyen en el cambio climático. En gran parte de los suelos tropicales no son aptos para una agricultura extensiva.
Instituciones como el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) proponen aprovechar con fines agrícolas las áreas conocidas como restingas, ubicadas en la llanura de inundación de la selva baja, como opción viable para mitigar una probable crisis de alimentos, como consecuencia del cambio climático, futuras pandemias, irregularidades climáticas, e incluso reducir la dependencia de las importaciones.
Se estima que esos ecosistemas, ubicados principalmente en Loreto, Ucayali y Madre de Dios, cubren una superficie de 15.7 millones de hectáreas, de las cuales, alrededor 900,000 hectáreas podrían servir para ampliar la frontera agrícola. Se calcula que actualmente están en uso 650,000 hectáreas.
Pero la extensión de las tierras aluviales varía de acuerdo a la distribución, frecuencia e intensidad de las lluvias. Pensar en cómo aprovechar estas fértiles playas es bueno, siempre y cuando que la producción esté asociada a la conectividad, lo que significa, tener buenas carreteras y transporte fluvial para trasladar las cosechas a los mercados.
Para producir arroz
El uso de las playas, barrizales y restingas fertilizadas por el limo y el humus que arrastran los ríos, puede resultar ventajoso para el cultivo de arroz, incluso para exportación, dado a la alta demanda del cereal no solo en el país, sino en el extranjero, con una ventaja adicional: ser un producto ecológico, porque dada la natural fertilización del suelo, ya no sería necesario el uso de fertilizantes inorgánicos. Si solo se destinaría solo 200,000 ha en la producción de este cereal, no solo tendríamos suficiente arroz para todos los peruanos, sino exportar el excedente.
Camu camu
Asimismo, las áreas inundables de la Amazonía baja tienen un extraordinario potencial para desarrollar frutales nativos. Basta ver un proyecto piloto que viene desarrollando el IIAP con camu camu en las áreas inundables de Iquitos, cuyos frutos son considerados como superalimentos, por lo que tienen alta demanda en los mercados nacional e internacional, por poseer 33 veces más ácido ascórbico que la naranja. Actualmente, está validando una tecnología orientada a optimizar el manejo del frutal para masificar su uso entre los productores.
Zonificación ecológica y económica
La propuesta sería incompleta si desde el gobierno central no se impulsan los estudios de zonificación ecológica y económica en la Amazonía, para identificar las aptitudes de estos ecosistemas y sus limitaciones y posibles riesgos de su uso.
En contraparte, los productores tienen la responsabilidad de organizarse para acceder al apoyo del Estado (como el financiamiento de planes de negocio) y tener poder de negociación y comercializar en bloque has cosechas, último eslabón de la cadena, donde los productores suelen tener problemas.